Tengo dos amigas
(por el momento ficticias). Son Nina y Edurne.
Nina tiene una
relación poliamorosa bisexual, tiene dos parejas (una chica y un chico) desde
hace 2 años. (Poliamorosos: personas que tienen diversas relaciones románticas simultáneas
con pleno consentimiento de todas las partes implicadas).
Edurne tiene una
relación swinger heterosexual desde
hace 3 años. (Swingers: personas que
sólo tienen una pareja romántica, pero que practican el sexo en grupo o el
intercambio de pareja de manera desvinculada del amor. Así que practican la
monogamia social, pero no la sexual).
Ayer estábamos las
tres en una terraza del centro tomando café. Nina nos estaba comentando qué tal
le fue el día anterior con Mar (su pareja femenina) y, con cara de no muchos
amigos, nos confesó que la ve distante y que sospecha que está conociendo
alguna otra persona.
Entonces... Yo que
soy una mente devoradora de la ciencia más pragmática les pregunté a las dos:
“No quiero desviarme de tu tema Nina, pero… ¿Cómo afrontáis los celos?”
Nina: “Para mí las
relaciones son una gran oportunidad para experimentar una conexión profunda e
íntima, una comprensión y amor incondicional. Pueden ser estimulantes, mágicas…
Pero como también sabéis… Nos tocan “nuestra fibra sensible” ya que a veces (o
muchas) nos enfrentamos a sensaciones demoníacas de antiguas heridas. No nos equivocamos: las relaciones
requieren mucho trabajo. Así que para enfrentarme a los celos (en este caso
hacia dos personas) intento identificar su origen y, a partir de ahí, trabajo con
la emoción suscitada, ya sea de inseguridad, miedo al abandono, posesividad,
etc.”
Edurne: “Personalmente
tengo muchísima confianza con Hugo (su pareja). Me encanta esta relación porque
me siento libre, transparente. Respecto los celos… Os contaré un secreto…
Cuando siento esta especie de sensación que me agarra algo ahí dentro cuando,
por ejemplo, vamos en algún club swinger…
Luego más tarde, ya en casa, tengo unas ganas locas de comérmelo a él solito,
quiero follármelo apasionadamente.”
Como veis son dos
maneras distintas de vivenciar y afrontar los celos (pero cuidado: también son dos
contextos diferentes, uno controlado, el otro no…). Para mí los celos No son una emoción negativa (como, en
el caso de Edurne, que le provocan más tensión y deseo sexual). Lo que puede
llegar a ser negativo es su expresión. Es como el enfado, la tristeza… Para
nada son emociones negativas. Según cómo las manifiestes pueden ser buenas o no
para ti o el otrx.
Curiosamente en una
charla de Poliamor dijeron que los celos eran una conducta aprendida
socialmente. Para mí No y para los
científicos tampoco. Es una conducta con base biológica con factores
cognitivos, sociales y culturales (eso sí). Se ha demostrado su componente
genético en estudios con primates en su conducta reproductiva, la rivalidad
entre hermanos, con bebés. El estudio del bebé me hizo gracia. Se comprobó que
los bebés de sólo seis meses de edad, que no tenían hermanos, mostraban
expresiones más negativas (como fruncir el ceño) cuando su madre jugaba con un
muñeco con aspecto de niño, que cuando lo hacía con un juguete sin rasgos
humanos. Pero… Las controversias de este último estudio eran si realmente era
una prueba de la celotipia o bien manifestaban simplemente un tipo de ansiedad
inespecífico.
Mi último apunte: ¡Muchos
(y me incluyo) no soportaríamos estar con alguien que no sintiera absolutamente
nada de celosía hacia nosotros…! (Con su expresión sana siempre, ya me
entendéis).
aMy
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